viernes, 13 de diciembre de 2013
Helloween & Gamma Ray - en Argentina 2013 Groove
Sin duda alguna cuando uno habla de power metal alemán se refiere sin pensarlo dos veces a sus dos máximas representantes, es decir Helloween y Gamma Ray, repitiendo la misma formula Hellish world tour del 2008, que los llevará a dar un apoteótico concierto realizado en el hoy cerrado estadio obras, que había quedado en la memoria de los asistentes como uno de los mejores conciertos de ambas bandas desde que visitarán nuestro país con cierta frecuencia para regalarnos su maravillosa música, será por eso que cinco años después las bandas germanas decidieron recrear esa gira que resultará tan exitosa, esta vez con la excusa de presentar su último trabajo el maravilloso “Straight our hell”, mientras que la banda de Kai Hansen haría lo propio con su EP “Master of confusión”, y hacer un repaso de su discografía.
Con una puntualidad ejemplar salieron al escenario los viejos Guerreros de Gamma Ray, pasados minutos de las 20 con un Groove virtualmente lleno. Todo al son de la reconocidaWelcome, introducción del mítico Heading For Tomorrow, placa con la que iniciaron sus periplos hace ya 23 años. Eso sí: adornada, como viene siendo costumbre, con una voz femenina que presenta a la banda al final, tal y como lo hace la leyenda nipona de X-Japan, aunque claro, aquí es “G-Ray, G-Ray, G-Ray…”, hasta desvanecerse por completo. Estaba todo listo para dar inicio al Hellish Rock Part II. Todo listo para hacer historia de las leyendas del Power Metal.
Rápidamente todos toman posiciones y el Señor Profesor Kai Michael Hansen empieza a entonar lo que, para mí, fue una sorpresa: Anywhere In The Galaxy, temazo que enfervorizó a los asistentes desde sus primeros y suaves acordes, pero que no hizo explosionar el lugar sino hasta que llegó a la parte que reza “…are running low!” Desde ese momento y hasta el final, todo sería fiesta. Sonido muy bueno, muy bueno de hecho, sin falencias Durante todo el set de los muchachos de Hansen . Destacable cometido de Dirk Schlächter en las segundas voces, que sumándose al aporte del público, hizo que a nivel vocal todo sonara grandioso durante todo el concierto (si bien en algunos pasajes del show se abusó del efecto de reverberación que da esa impresión de notas más largas en la voz principal). Y muy, pero muy bien el muchacho Michael Ehré, “nuevo” baterista que reemplaza a Dan Zimmerman, y a quien por cierto yo al menos venía recién conociendo. Impecable.
enseguida, sin pausa alguna, un temón extraído desde Somewhere Out In Space(1997), nada menos que Men, Martians, and Machines, una canción que, si no me falla la memoria, es inédita en nuestro país. Y la verdad es que al ver cómo la gente lo coreaba con todo y al escuchar retumbar hasta los cimientos durante el estribillo, uno no podía evitar preguntarse por qué no es un tema más recurrente en los repertorios en vivo de la banda, ¡pero qué más da! Quién sabe cuándo la vayan a tocar de nuevo, ¡así que mejor dejar la vida en cada verso! Misma situación ocurrió con la también debutante en suelos nacionales The Spirit, del notable Sigh No More (1991). ¡Qué lindo y esperanzador coro! Nunca creí que tendría la posibilidad de escucharla en vivo, así que fue un regalo muy apreciado. Por otro lado, Kai Hansen demostró que está en un muy buen nivel vocal, llegando de buena forma a los tonos altos del final.
Una pequeña pausa al final para dar las gracias al respetable y anunciar la siguiente patada, aprovechando de paso de recordarnos que el próximo disco de la banda, Empire Of The Undead, se viene en marzo de 2014 (¡atenti!). Claro, y es que de allí se descuelga lo que sería el cuarto tema de la noche, Master Of Confusion, cuyo riff inicial es en definitiva muy parecido al de otro tema que diría presente más tarde (el último). Buena canción, y ciertamente funciona muy bien en vivo. Aun siendo nueva, se las arregló para sonar fuerte en voz de los asistentes.
Posteriormente vendría el momento excluyente de la presentación de Gamma Ray: ¡Rebellion In Dreamland! Clásico imperecedero que no puede faltar en una presentación de la banda. La monumentalidad hecha canción. Y vaya que es hermoso ver a miles de voces entonando con tanta pasión y sentimiento un mismo mensaje. Uno ha ido a tantos conciertos que de pronto pierde la perspectiva de lo especial y lindo del momento que se está viviendo, pero chispazos de vida como éste te aterrizan y te revelan que lo que se está desenvolviendo allí, justo frente a ti, no es ni más ni menos que lo que te mantiene latiendo el corazón. ¡Qué grande Gamma Ray! Gracias, ¡gracias por tanto! ¡Temazo! Y resulta muy genial el ver también todas las variaciones que se van dando en la audiencia conforme avanza el tema: de la solemnidad al éxtasis, del éxtasis a la locura, todo en unos pocos versos. Genial en verdad. Pero eso no sería todo, porque pegada a Rebellion In Dreamland vendían otros dos cortes tremendos, conformando una especie de combo devastador: Dethrone Tyranny y Empathy, aunque con la respectiva baja de revoluciones inicial de ésta última. Aquí pudimos ver a un Kai prendidísimo , que se dio tiempo incluso de saltar para motivar a la gente, ¡que en todo caso estaba ya bastante motivada!
Tras una muy breve pausa el genio señala que se viene uno de esos temas rápidos que tanto nos gustan. Y en efecto: Rise seguiría la senda devastadora que iniciaron los cortes anteriores. Antes eso sí el público aprovechó el momento de calma para regalarle a la banda una ovación, vociferando “¡Gamma Ray! ¡Gamma Ray!”. Tras eso sí vino el estallido brutal de Rise, que hasta un Pogo provocó allí en el centro del recinto de plaza Italia. Después vino un breve interludio en el que amagaron tocar King Of The Mountain Hall, pero era una especie de treta para que el gran Henjo Richter pudiera ejecutar un solo. Solo que, a su vez, serviría de puente para que, de forma muy imprevista, llegara Future World. ¡Qué enorme! Y aquí la banda se notó mucho más distendida, con bailes y todo el asunto. Mención especial para Kai, que no lo ha pasado nada de bien con la noticia del incendio que afectó a sus estudios, en Alemania, y sin embargo pone su mejor cara y todo el aguante para dar un show como corresponde. Impresionante lo del público aquí. ¡En las partes más altas fueron ensordecedor!
Llegando casi al final Kai señala que es hora de honrar a la música que tanto amamos todos los presentes, y qué mejor manera de hacerlo que con To The Metal, esa especie de tributo que rindieran al género inspirándose en Metal Gods de Judas Priest. Apabullante el nivel con que se coreó todo este corte. De principio a fin a nivel máximo y quizás más. Y la banda seguía pasándola de lujo, hasta solos de rodilla sobre el escenario vimos, ¡a lo vieja escuela! Notable momento. Para finalizar una noche memorable regalaron la infaltable Send Me A Sign, pedazo de canción que vino a poner un broche de oro a una presentación solidísima, sin momentos bajos. Algunas imágenes para el recuerdo, como la de Hansen sosteniendo y Flying V de forma invertida, cual señal de victoria al tiempo que con su mano izquierda también hace la “V” de victoria. Y ni hablar del impresionante (¡50 años tiene el hombre!) salto que da hacia el final, como remate Extraordinario de un notable show de Kai y compañía.
Repertorio algo inusual: con más de una canción debutante, algunos clásicos y otras de discos que aún no han salido, muy variado, pero en general la gente recibió de excelente manera cada uno de los capítulos regalados y disfrutó además de un gran sonido y una apasionada entrega por parte de la banda. Concierto realmente redondo, sin baches. Uno hubiese querido otras 5, 6 o… 98 canciones más, pero no se puede tener todo en la vida. Esperemos que vuelvan pronto. Y como dijimos antes: ¡GRANDE GAMMA RAY!
Calabazas recién salidas del infierno: Pero más allá de esto –que mucho tiene de diatriba personal, probablemente, pero alguien tiene que decirlo–, a las 21.35 horas le suben el volumen al último tema envasado, “la Doctor Doctor” de Helloween, la popular For Those About To Rock de los australianos AC/DC. En medio del tema, se apagan las luces, y mientras truenan los “for those about to rock, we salute you”, ya sabemos que se viene el número principal de la velada Helloween.
Es así como, sin ningún aviso la banda “engancha” con la clásica intro de Bienvenida, y nos da la bienvenida nada menos que Walls Of Jericho, intro del disco homónimo y que ya es un clásico de apertura de los shows de la banda. Quedamos al borde de una epilepsia aguda fulminante con lo destempladas que estuvieron las luces en ese instante, pero ello dejó de importar en el momento en que una voz en off nos dice “ladies and gentlemen, please welcome… Helloween!”, donde Dani Löble, Sascha Gerstner, Markus Grosskopf, Michael Weikath y Andreas “Andi” Deris irrumpen a escena y da inicio a su performance con un caballito de batalla fiel e inmortal, la gloriosa Eagle Fly Free, no sólo uno de los mejores temas de la calabaza, sino que derechamente una de las más grandes composiciones musicales que se hayan hecho alguna vez. Un inicio cargado de emotividad, es sin dudas una de las canciones más queridas de la banda, que lo sabe y optó por iniciar su show regalándonos su versión 2013 salió “de puta madre” como el propio Andi Deris, con su remera con la cara de Gene Simmons, se encargó de señalar, Tras un par de “yeah, yeah” de Andi, haciendo gritar al público y de hecho poniéndolo derechamente en sus bolsillos, vendría la primera defensa en vivo de su último trabajo, el impecable Straight Out Of Hell, con su single Nabataea, un verdadero temazo, que salió airoso, pese a que Deris sonó un poco destemplado, y el sonido era de los mejores, con unas guitarras que sonaban claras y potentes, especialmente la de Weiki.
Sabemos que el carismático Andi Deris vive en las Islas Canarias y que por lo tanto ha logrado ir desarrollando un español más que decente, y que ya el 2011 le permitió llevar el show casi sólo en la lengua de Cervantes. Y era de esperarse que este 2013 mantuviese e incrementase sus capacidades en dicho sentido, ratificándolo desde un primer instante, pues tras otros “yeah, yeah”, comenzó a hablar en castellano, y dijo un profesor me ha enseñado que cuando algo gusta aquí se dice ‘de puta madre’… una y otra vez–cuya conducta típica, cuando conoce a alguien que no habla nuestro idioma, generalmente es enseñarle modismos propios en primer lugar– al escuchar un alemán diciendo es difícil de explicar. Más allá de ese festivo instante, Andi nos dice que vienen presentando su nuevo disco, y que el siguiente tema se llama igual que el disco, es decir, Straight Out Of Hell, otra notable pieza de su última placa y que aprobó de muy buena forma, con un público bastante participativo, ayudado por un Markus muy activo escénicamente y que pedía aplausos del respetable.
Hay temas que a la bandas les gustan más que a los fans, eso pasa con todos los grupos, aparte con bandas que tienen tan prolíficas discografías es difícil darle en el gusto a todo el mundo. Y me parece claro que lo siguiente, Where The Sinners Go, es un temazo extraído de su anterior trabajo que particularmente me encanta tema, sin embargo es una de aquellas canciones que no causo gran efecto en la audiencia, aunque de todas formas, la personalidad escénica de Deris se encarga de suplir buena parte de esos aspectos. A esas alturas lamentablemente estábamos disfrutando de un sonido perfecto de los mejores que escuche en Groove, pero que con toda las vibraciones del concierto, y con Andi haciéndonos cantar y sacándole el jugo al tema, aprovechando el fervor de una audiencia que no decayó en ningún momento.
La presentación de su disco nuevo continuaría exitosamente con uno de sus mejores temas, la exquisita medio tempo Waiting For The Thunder, donde vimos a un Sascha Gerstner haciendo sus mejores esfuerzos en las segundas voces –saliendo bastante airoso, gran labor de la dupla Sascha- Wheikaht con las dos guitarras en armonía francamente alucinantes.
Lo siguiente sería particularmente una sorpresa, puesto que todo indicaba que la calabaza ejecutaría Hell Was Made In Heaven del Rabbit Don’t Come Easy. Pero no fue así sino que la reemplazó por un gran corte de uno de mis discos favoritos de Helloween (y si me apuran, pelea mano a mano, tras los Keepers, la medalla de bronce de la carrera de la calabaza junto al Walls Of Jericho), la gloriosa y muscular Steel Tormentor. Un temazo y hitazo en vivo, donde Andi Deris aprovechaba los lyrics en la parte que reza “I’m a mean imperator of my intimate machine” para tomarse las partes pudendas y luego gesticular especulando con la cuantía de las mismas. Notable además el final, con Sascha y Weiki cada uno a los costados del pedestal de la batería.
El escenario quedó vacío y comenzaron a escucharse sirenas, a lo War Pigs. Con un juego de luces muy bien pensado, Dani Löble llega a la batería y nos entregó un solo correcto y que permitió que el resto de la banda descansara unos minutos, los años no pasan en vano (Deris tiene 49, Weikath 51, Grosskopf 48). Lo mejor del solo de Löble fue su capacidad de interactuar y hacer participar al del público que, a esas alturas, pese al calor estaba totalmente entregado.
Tras el solo, vendría otro clásico antiguo de la banda, de la época de Michael Kiske, que en el fondo es su tema debut. Quienes tuvimos la fortuna de ver el año pasado a Unisonic en La Batuta pudimos ver esa versión de I’m Alive con el calvo en las voces y después de ello la vida no volvió a ser la misma. Sin perjuicio de ello, siempre es grato rememorar este tipo de temas que básicamente son piedras angulares en el estilo, interpretados por sus creadores y por un aguerrido Andi Deris, un tipo que con su carisma y su espectacular calidad como frontman subsana muchos de sus puntos menos fuertes. Es como una joven que a lo mejor no es tan bonita como otras, pero que tiene estilo, es inteligente, se sabe arreglar, vestir y sacar partido de ello para interactuar en un feedback pocas vistos en frotman del genero.
Deris nos recuerda, en un español algo rústico pero impecable, que hubo un proceso por Internet para elegir uno de los temas que ejecutarían en esta gira, y que ganó una canción de 1994, de su disco Master Of The Rings, la impecable Where The Rain Grows. Un saludo a la distancia a Uli Kusch que en esos años nos regaló una de las mejores intros de batería de la historia del Power Metal, correctísimamente tributada por Dani Löble. Un tema cuya altísima votación (“más de un 50%”, según el propio Deris) tuvo correlato en la reacción del público, que lo coreó a rabiar. Palabras aparte nuevamente para el muy correcto desempeño de Sascha Gerstner en las segundas voces, excelente aporte.
Lo siguiente sería la última revisión de su último disco, que desparrama calidad a raudales. Uno podría haber esperado idealmente otro tipo de temas, quizás alguna de las gloriosas World Of War, Far From The Stars o Church Breaks Down, pero la elegida fue Live Now!, un tema bastante más sencillo y que también, a mi juicio, ingresa a esa categoría de canciones que les gusta más a las bandas que a sus fans. Sin embargo es necesario destacar la inteligencia y perspicacia de Helloween y especialmente de Andi Deris a este respecto, porque a un tema que no tiene mucha historia, fue capaz de extraerle todo el jugo, haciendo participar al público, repitiendo que todo estaba de Puta Madre e invitándonos a “un juego muy estúpido” según sus propias simpáticas palabras, repartiendo a la audiencia en izquierda-derecha para cantar “live now”, y luego los “o-o-o-o-oh”, hasta haciéndonos callar de forma muy simpática. Tal es el manejo escénico del profesor Deris que incluso se dio el lujo tanto de regalarle al escenario de Groove .
Ya acercándonos a la primera parte del show, llegaría la hora de rememorar ese gran disco que es The Dark Ride, con su single If I Could Fly, cuya intensa ejecución provocó grandes aplausos del respetable, y al cual le siguió un correcto y breve solo de Sascha Gerstner, muy ovacionado por el respetable público.
La primera parte del show culminaría con uno de los más grandes clásicos de la era de Andi Deris y, a estas alturas, del Power Metal, la gloriosa Power, un tema cargado de garra, bolas, convicción bien entendida. A estas alturas es un deber de Helloween tocarla, fundamentalmente porque es una declaración de principios atemporal de una banda que lleva casi treinta años manteniendo en lo más alto su propia bandera, que ha pasado por quiebres fuertes, y que ha sido capaz de reinventarse y mantenerse en el pináculo de los grandes. Así, con todos coreando el “uo-o-o-o-o-o-o-oooh” y gritando el coro, la banda se despide por primera vez.
Tras un par de minutos de descanso, el teclado de esa deliciosa tempestad de clichés que es Are You Metal? marca la vuelta de la banda al escenario, con un Andi Deris ataviado de un elegante sombrero de copa, como un perfect gentleman. Y nuevamente nos hizo cantar y nos preguntó “¿cómo están? ¿Todavía bien? ¿Están cansados?”, atronando en todo Groove la respuesta positivo/negativa ante dichos cuestionamientos.
La segunda parte del show culminaría con otro clásico, la inevitable Dr. Stein, que en otras ocasiones incluso ha contado con muchachos/as ataviados de batas médicas en el escenario, no siendo esta la ocasión. Pero no por ello iba a dejar de ser coreada en su totalidad por un Teatro absolutamente efervescente, y con una banda que se notaba pasándola bien, con un Groove en plena efervescencia, especialmente Markus y Weiki a quien se los vio disfrutar como pocas veces vistas en visitas anteriores a nuestro país, tras este clásico los germanos se despidieron nuevamente del escenario, pero lo mejor aún estaba por venir, o sea revivir nuevamente la zapada conjunta de los reyes del power metal.
Tras el segundo encore, vendrían los que probablemente fueron los momentos más emotivos de toda la velada. No porque se supiese anticipadamente fue menos emocionante ver a Kai Hansen junto a Sascha Gerstner (la diferencia de estatura los hacía parecer una alcuza) con sus respectivas guitarras para comenzar a ejecutar uno de los más grandiosos temas de la calabaza, la extraordinaria Halloween. Se une el resto de la banda y Andi Deris se sacó el sombrero de copa y se puso un “gorro de calabaza”, desconozco si lo traía o se lo regalaron en el público, pero le dio un toque lúdico a un momento que de por sí ya era inolvidable.
el inicio de Halloween y su magistral coro, que cantamos todos, se engancha con otro clásico de los primeros tiempos de la calabaza, la emocionante How Many Tears, cuya letra se cuestiona el sufrimiento del mundo en plenos tiempos de Guerra Fría en los ’80, lo cual también habla del tiempo que lleva la banda en la escena. Personalmente, debe haber sido el tema que más canté, es de mis favoritas de la historia de la calabaza y si no me equivoco no la tocaban desde el ’98, realmente fabulosa, aunque hayan tocado sólo parte de ella.
Porque al llegar al momento de los solos, engranaron How Many Tears de manera perfecta con otro clásico que siempre esperé escuchar en vivo, la gloriosa, hímnica y emblemática Heavy Metal (Is The Law). Al ver a Kai Hansen y a Michael Weikath tal como hace más de 25 años en sucuchos hamburgueses, uno se pregunta: ¿se habrán imaginado que estarían pasados sus respectivos 50 años tocando este tema, juntos, en Buenos Aires, y que habría gente desquiciada precisamente por esta circunstancia? Difícil, la magia de la música. Entre medio, faltaba el momento de lucimiento de Markus Grosskopf, fenomenal bajista que conoce “todos los secretos del puesto” y que su categoría, tanto en su calidad de instrumentista como en su faceta de miembro fundador de la banda, lo pone en el pedestal de los imprescindibles, y lo ratificó con su mini solo de bajo. Luego, y en medio de la base rítmica, Andi y Kai comienzan a interactuar y a “competir” con gritos y a veces alaridos para que todos cantáramos y lo pasáramos bien, lo que incluso provocó que Kai –de forma simpática por cierto– tratara de “loco” a Deris. Finalmente y tras corear los “heavy metal, hey”, volvieron a la gloriosa Halloween y su final ultra veloz y melódico. Fantástico mix, qué más hubiera querido uno que tocaran los tres temas completos, pero la mezcla salió muy bien, intensa, emocionante y evocadora de tiempos pasados.
El ansiado y obvio final sería por cierto I Want Out, probablemente el más clásico de los clásicos de las calabazas, donde no sólo Kai se quedaría en escena con su guitarra, sino que se unirían Dirk Schlächter y Henjo Richter para ejecutar una versión de este tema a cuatro guitarras y dos bajos, un maravilloso desparramo de técnica, poder, melodía y bolas. Además la gran cantidad de músicos en escena se prestaba para situaciones simpáticas, como ver a Dirk (que no es ningún petiso) empinándose para alcanzar el pedestal del micrófono de backing vocals de Sascha, o al propio Schlächter ensayando una especie de baile sound junto a Weikath. Nuevamente Andi nos propone “otro juego estúpido, súper tonto”, causando nuestras risas, y nos hace cantar el “I Want Out!” ensordecedoramente. Más risas aun causó cuando les dijo en alemán a sus colegas que iban a hacer el “I want out” una vez más, y luego nos dijo a nosotros que el alemán era “un idioma de mierda, súper difícil”, provocando aún más risas y aplausos. –, culminó este intenso, entretenido y emocionante concierto. –no pierde el tiempo el profesor Hansen– y se despiden de un público que les agradeció sinceramente su entrega, profesionalismo y su capacidad para reinventarse, transportarnos en el tiempo y emocionarnos como si los viéramos por vez primera.
Es un lujo poder haber visto nuevamente a dos de nuestras bandas de cabecera, juntas, en Buenos aires. Sin problemas de sonido, o que uno siempre quiere escuchar otro tema, o cambiar uno por otro –cosa que pasa en todos los shows del mundo-, es grato y bonito renovar la fidelidad con una pasión que uno tiene desde chico, que en muchos sentidos ha afectado nuestras vidas para bien, nos ha dado energías cuando pensábamos que no había esperanza. Además, uno nunca sabe cuándo va a ser la última vez que los veamos, a medida que pasan los años la vida de estas bandas se va poniendo mejor con el paso del tiempo como los buenos vinos, y por lo mismo siempre la decisión de ir a ver y tributar a los tipos que, sin saberlo, te han ayudado en tu vida, va a ser la correcta. Por eso, gracias Gamma Ray, gracias Helloween, por haber venido en esta oportunidad, por haber venido antes, y por estar. Siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario